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Cuentos y relatos de un nuevo mundo

Página 1

Novicia I

El comienzo de esta historia transcurre durante el mes 1 del año 1 (años 0-2 aprox en tiempo prístino) del Narxu-Reya.



En la era despoblada, donde solo quedaba polvo en la Tierra y rocas en los océanos, existía una mujer que paseaba en los desiertos. Ella no necesitaba alimentarse ni tampoco beber agua, parecía que a la muerte se le escapaba esa extraña dama, que en las noyimiaf de tormenta relucía como un diamante. No fue siempre así, la impasible doncella recuerda con dureza los kóef en los que no estaba sola, y en igual medida odia su nueva existencia.


Era miércoles 12 de abril del 3961, una expedición rutinaria salía de la atmósfera terrestre a las 06:07, para llevar filtros de oxígeno a la séptima luna artificial de Neptuno, Nínive(*), la más pobre del sistema solar. El equipo de astronautas estaba a punto de salir de la órbita terrestre cuando algo los detuvo. Un gran destello blanco apareció en el cielo, de un color extremadamente puro, se iba agrandando velozmente. Los tripulantes no sintieron en ningún momento miedo o pavor, la luz era demasiado bella para temerla. Las palabras de la capitana estaban siendo retransmitidas a sus superiores en la Tierra, con voz serena y pausada dijo:


— Ya ha llegado… La luz… La blanca… La pura… La eterna. Ella no me obliga, podría dejar de mirar, pero temo que todo se torne oscuro si dejo de hacerlo. Ahora que la veo, todo lo demás me parece sucio y lleno de impurezas. No recuerdo quién soy, no recuerdo nada, pero ahora lo sé todo. Veo como la historia se repite, las guerras, las conquistas; veo como la gente nace en sus tumbas, tumbas de falsas esperanzas y enrevesados argumentos que intentan contradecir la autenticidad de la voluntad humana. La libertad se consume cuando crece la avaricia, observo inmóvil como los ladrones ahora dominan países y como sus víctimas se matan por miserias. Pero la luz me revela una esperanza, ella lo cambiará todo, nos dará un nuevo comienzo, debemos aprovecharlo; de otro modo, se volverá contra nosotros.


Como si de un hechizo se tratase, estas extrañas palabras surgieron de la boca de la capitana. Sus compañeros no se extrañaron, pues también estaban hipnotizados por aquella luz. En cambio, en la base de la Tierra todos estaban perplejos, el mensaje que había dado la capitana les heló la sangre, no sabían qué esperar.


La luz continuó acercándose hasta que en las vidrieras de la nave no se vio nada más que una blancura infinita. A continuación, se desencadenó el desastre, cuando la luz no podía agrandarse más, algo colisionó contra la nave haciéndola pedazos al instante. Los restos de la nave fueron difuminados en la extensión del espacio, y los cadáveres de la tripulación se alejaron flotando. Un único superviviente fue lo que quedó de esa expedición, parecía una coincidencia, que la misma persona que recitó aquellas alarmantes palabras, fuese la que sobreviviese al impacto. Y es que fue la propia luz, quien salvó a la mujer.


La luz resultó ser el brillo de un gigantesco cuerpo celeste, compuesto por una sustancia blanca en sus tres elementos, sólida, líquida y gaseosa. La sustancia atrapó a la capitana en el momento del impacto, protegiéndola, formando una crisálida, que se abriría con su posterior impacto en la Tierra.


La mujer abrió los ojos poco después de caer en la Tierra, el meteorito se descomponía filtrando su materia en la tierra. La capitana, sobresaltada, salió de la crisálida en busca de respuestas, alzó la vista al cielo y vio la larga estela que el meteorito había dejado tras de sí. No reconoció el lugar del impacto, la tierra era gris y no se veía rastro de vida, ni animal ni vegetal. Se preguntó si seguía en la Tierra, y lo comprobó mirando el firmamento, efectivamente seguía en su planeta de origen, su siguiente misión sería encontrar una civilización e informar de lo acontecido.


Tardó 3 días (aprox 3 meses en tiempo prístino) en encontrar lo que parecían unas ruinas de una ciudad, no entendió como no había tenido necesidad de beber o comer en ese largo tiempo, pero lo que más le urgía era encontrar a otro ser humano. Pasaron los días (meses en tiempo prístino) y siguió sin encontrar nada, pero las ruinas, que sí iba encontrando, cada vez le parecían más familiares. Llego el fatídico kóe, después de muchos meses(años en tiempo prístino), donde encontró la antigua casa de sus padres, no eran más que un montón de maderas quemadas, pero, ella distinguió el buzón especial que sus padres colocaron poco después de casarse. La excapitana se arrodilló y cogió el buzón oxidado, observó con tristeza la pintura con la que habían dibujado sus nombres y las huellas de sus manos. Y después se levantó, dejando atrás el buzón blanco que ahora se teñía del color cobrizo por óxido. Mediante las estrellas, dedujo el punto de impacto del meteorito, y sus padres se encontraban justo en el punto opuesto del planeta, así que, si ellos no sobrevivieron, nada lo habría hecho. Estaba sola en la Tierra.


Los kóef siguientes los pasó tumbada en el suelo, esperando que las tormentas de arena, que ahora por culpa del meteorito, azotaban toda la Tierra, la enterrasen viva. Lamentablemente, o afortunadamente, se dio cuenta de que no solo podía vivir sin comer o beber. Su cuerpo ahora era capaz de resistir a casi cualquier cosa, incluso a no respirar. Ella vio esto como una señal de que su destino no era rendirse y morir, se le había dado una oportunidad para vivir cuando al resto de la humanidad no.


Decidió que aprovecharía el tiempo que se le había dado, y encontraría cuál era su destino y su misión.



Raclul dijo: “Que tus actos sean causa, no causados”.

También dijo: “Esta historia aún está por terminar”.



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Nínive: No está derivada.


- Última luna artificial que se construyó sobre la órbita de Neptuno. Muy poca gente del nuevo mundo conoce este satélite. Igual que todo el resto del universo, fue destruida cuando la luz blanca cayó en la Tierra. Fue construida como un arma de destrucción planetaria, pero, después de que se acabasen las guerras por el hidrógeno solar, quedó inutilizada. Se convirtió en el hogar de muchas víctimas de la guerra, y aunque recibía ayudas de otras lunas y planetas, la gente de Nínive no conoció más que la absoluta pobreza.

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“Que tus actos sean causa, no causados”
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