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Cuentos y relatos de un nuevo mundo

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Novicia III

La dama sin nombre, que vagaba sin rumbo por las grisáceas dunas de polvo, ahora reconfortada por hallar el comienzo de la vida.


Gracias al descubrimiento del árbol de cristal, y de los árboles tricolor, la dama había conseguido volver a llenar la Tierra con verdes pastos, e inmensos océanos. Tardó muchos siglos en terminar la tarea, pero, al final logró que su planeta volviera a lucir como antaño. Sin embargo, aún no logró crear vida mínimamente inteligente, y por mucho que probaba no conseguía dar con la clave. En sus intentos por lograrlo, creó otros muchos elementos, entre ellos, multitud de minerales y compuestos químicos. Por mucho que lo intentaba, no obtenía ningún resultado; y el tiempo que estuvo esperando antes de que apareciera el árbol de cristal, no fue nada comparado con el tiempo que estuvo buscando el secreto de la vida inteligente.


Pasó tanto tiempo, que empezó a olvidarse de sus antiguos recuerdos, empezó a vaciar su mente, de lo que ella consideraba, recuerdos inútiles para su nueva tarea. Ella pensaba que solo debía almacenar en su mente lo que le sirviese para crear vida inteligente. Pero, siempre mantuvo en su cabeza a un hombre, a su marido, que siempre la esperaba en casa cuando volvía del espacio. Deseaba más que nada volver a verlo, y esperaba, que, si conseguía dejar el mundo más o menos como estaba, poder morir y volver a reunirse con él.


Desesperada, acudió de nuevo al árbol de cristal, justo el sitio donde encontró una de las primeras respuestas al principio de su confinamiento. En el lugar del árbol, el mismo del impacto del meteorito, halló unas extrañas vetas de un mineral oscuro y opaco que se extendía como si fuesen ríos emanantes del árbol. También observó que, el árbol había vuelto a secarse, pero, que el líquido blanco que contenían sus frutos, ahora encharcaba los alrededores del árbol muerto.


La dama ya sabía que el árbol regulaba por sí mismo la cantidad de frutos que debía dar. Igual que cuando un fruto se perdía, hacía florecer otro, pensó, que, si ya no eran necesarios más frutos para repoblar la Tierra, entonces el árbol dejaría de producirlos. Pero, lo que le inquietó no fue el estado del árbol, sino aquel extraño mineral que ella no había creado. Se acercó para comprobar de qué tipo era, y cuando lo tocó, sintió una pequeña descarga en la mano, y el mineral empezó a emitir una tenue luz blanca en la zona donde había estado en contacto con la mano. Para estudiarlo más a fondo, lo extrajo con herramientas que ella misma había confeccionado con otros minerales de su creación. Y después de extraerlo, lo llevó a su nuevo hogar; una pequeña casa, que ella había levantado durante el transcurso de los años.


La casa, no se encontraba lejos del árbol, y aunque por fuera parecía de lo más rústica, por dentro estaba llena de artilugios y máquinas que la dama había hecho con sus propias manos. Muchos eran más avanzados que los que ella conocía antes del meteorito, pues, con todo el tiempo que llevaba sola, había desarrollado tecnologías muy superiores a las de su época. Ella tampoco lucía igual que en los comienzos de su existencia en la soledad. Ahora portaba ropajes elegantes y coloridos, y al ponérselos, una parte de ella deseaba volver a la rutina de vestirse cada mañana, aunque fuese para ir a trabajar.


No tardó mucho en descubrir que las propiedades del extraño mineral no eran muy comunes. Su color era de un negro mate muy oscuro, más que el carbón, salvo al tocarlo. Al tocarlo, la zona en contacto se iluminaba con una suave luz blanca. Y, la sensación que se sentía al tocarlo pasaba por varias fases, primero, se recibía un pequeño calambrazo, y luego, era suave como el terciopelo. Pero, al frotarlo rápidamente contra algún objeto, actuaba como un papel de lija. Además, descubrió que aquel mineral no conducía el calor, y siempre se mantenía a una temperatura estable, al agarrarlo con la mano, de su contacto, no se obtenía sensación de frío ni de calor.


Mediante multitud de pruebas y horas de investigación, consiguió explicar la causa del comportamiento tan extraño del mineral oscuro. A continuación, se reproducen textualmente sus anotaciones:



“Después de observar el mineral, y de someterlo a pruebas, tales como hacerlo entrar en contacto con objetos materiales y con campos magnéticos, se deduce la siguiente teoría.


El mineral oscuro, al que denominaré como M-1, presenta en su superficie dos cortezas, o capas, cada una compuesta por un campo magnético de igual magnitud, pero de carga invertida. La superior es de carga negativa, mientras que la otra presenta carga positiva. No se ha podido averiguar con exactitud la carga en el interior de M-1, pero, lo más probable es que su interior este compuesto de neutrones, que, harían que su carga sea neutra, algo parecido al Neutronio de Andreas von Antropoff.


Este suceso se produce gracias a unos microscópicos filamentos que cubren toda la superficie de M-1, son tan pequeños, que no se ven a simple vista, y cada uno actúa como si fuese un pequeño imán. En la parte superior de los filamentos, la carga es negativa, y en su base, la carga es positiva, la suma de todos los diminutos campos magnéticos genera las cortezas de las que se ha hablado antes.


A pesar de presentar estas cortezas, M-1 no actúa como un imán hacia otros materiales, se debe a que la corteza negativa anula a la positiva, así queda, aparentemente, sin carga.


Si M-1 permanece inalterado, la igualdad de sus campos se mantendrá, perdurando indefinidamente. Al verse perturbado, sus cargas se desestabilizarán, y M-1 buscará rápidamente volver a su estado de equilibrio. Esto último sucede cuando M-1 entra en contacto directo con un objeto cualquiera. Para un mejor entendimiento explicaré este suceso con un ejemplo.


Supongamos que, mi propia mano toca a M-1; lo primero que notaría sería un ligero calambrazo causado por una pequeña descarga eléctrica que M-1 aplicaría sobre mi mano. Esto ocurre debido a la diferencia que hay entre mi carga corporal y la de M-1, es igual que un atasco en una manguera, para desatascarla se necesitará mucha presión, y una vez desatascada, el flujo será constante y con mucha menos presión. De igual manera, lo primero que se percibe es un ligero calambrazo, y después M-1 empieza a distribuir corriente eléctrica, de forma constante, a través de mi mano y mi cuerpo.


Llegados a este punto, podríamos decir que M-1 funciona como una pila natural, que prestará corriente a cualquier objeto con el que entre en contacto, pero el peligro reside en lo siguiente. M-1, después de prestar corriente, querrá volver a igualar sus dos cortezas, así que, toda la corriente que ha perdido ha de volver a recuperarla, pero, a veces, esto no es posible. Muchas veces el objeto que ha recibido la corriente, empieza a distribuirla por otros objetos que están en contacto con él; en el ejemplo de mi mano, los otros objetos podrían ser el resto de mi cuerpo, mi ropa, o el suelo.


El momento en el que intente retirar mi mano de M-1, este, extraerá de mi cuerpo la misma cantidad de corriente que me ha prestado. Y si la cantidad de corriente que M-1 requiere para igualarse, es superior a la que posee mi cuerpo, me desintegraré en átomos de hidrógeno; parece ser que el hidrógeno es el único elemento del que M-1 no puede extraer ninguna carga, seguramente se deba a que solo este compuesto por un protón y un electrón. Después de desintegrarme, M-1 cogerá la corriente que le falte del siguiente elemento con el que esté en contacto, que, normalmente, será el aire o el lugar donde esté apoyado.


La cantidad de corriente que M-1 prestará, y que luego demandará, es directamente proporcional a tres magnitudes: primero, la superficie total del fragmento de M-1 que esté siendo tocado, segundo, el tiempo de contacto contado en gnomones, y tercero, la superficie de contacto entre M-1 y el objeto en cuestión. Expresado como una igualdad quedaría:


C = STsΡ


Y el voltaje de la descarga inicial que se produce al contacto, respondería a esta otra igualdad:


V=  ( S ( 1 - Z ) ^ 2 ) / s


C = Cantidad de corriente.

S = Superficie total del fragmento de M-1.

T = Tiempo de contacto medido en gnomones, uno de estos, aproximadamente, equivale a 3,335640952 nanosegundos.

s = Superficie de contacto entre el objeto y M-1.

P = Constante de Forseti = 12,1

V = Voltaje de la descarga inicial.

Z = Número atómico promedio del objeto que entra en contacto con M-1


Respecto a las otras características de M-1, es decir, la extraña sensación de suavidad después de la descarga, y su alto coeficiente de fricción a una velocidad elevada. Se deben a los millones de filamentos que hay en su superficie. Si se mueve la mano por ellos a una baja velocidad, su textura resulta familiar a la del terciopelo, en cambio, a altas velocidades, parecerán un millón de sierras que hacen trizas tu piel. Deducimos de esto que el coeficiente de rozamiento de M-1 aumenta significativamente con la velocidad. Aunque esto tampoco es del todo cierto, pues, por muy baja que fuese la velocidad del objeto, nunca he conseguido que su rozamiento se asemejase a nulo.


Las otras características, como el color, o su poca conductividad calórica, no parecen deberse a ninguna razón en particular; y por el hecho de ser triviales, no dedicaré mucho tiempo a estudiarlas.”



Después de este primer diagnóstico, ella, siguió estudiando el mineral con mucho interés. El más notable de sus descubrimientos fue, el hecho de que, al sumergirlo en la sustancia brillante y blanquecina, proveniente de los frutos del árbol transparente, el mineral adoptaba la forma de una esfera y se volvía moldeable. Sumergido dentro del líquido de luz blanca, podía ser forzado a adoptar un sinfín de formas; además, parecía que el mineral no prestaba corriente a esta sustancia, perpetuándose así, en un indefinido equilibrio.


Sumergiendo el mineral y dándole nuevas formas, lo incorporó a sus, ya avanzadas tecnologías, y al mismo tiempo, utilizó la sustancia blanca para resguardar el mineral de los posibles contactos con otros objetos.


Al fin, después de tantos milenios, logró encontrar la manera de crear vida inteligente, vida no vegetal, que fuese capaz de hacer razonamientos simples. Fue gracias al mineral que encontró a los pies de aquel hermoso árbol de cristal. La respuesta fue la simple combinación del mineral con las tres hojas de los árboles tricolores. Cada una de estas hojas aportaba un elemento esencial de la creación, y la reacción simultánea de estas tres en el interior del mineral, aportaba esa última chispa necesaria para crear seres inteligentes, pero, no bastaba solo con eso.


El mineral, con las hojas, solo otorgaba la vida a otros objetos si era portado por un ser inteligente. Es decir, la dama debía estar tocando el mineral constantemente para poder dar vida a lo que desease. Sabiendo el tremendo peligro al que se exponía si tocaba durante demasiado tiempo el mineral, decidió forjar una herramienta para poder portar el mineral, un arma, que le sirviese para dar y arrebatar la verdadera vida.


Dando forma al mineral dentro del agua blanca, forjó una lanza de dos puntas, una punta daba la vida y la otra la arrebataba. La punta de muerte, compuesta exclusivamente por el material en bruto, adquiría un brillo blanco cuando ella empuñaba la lanza, y, la otra, que contenía las hojas, permanecía en un negro puro. Al igual que la vida de un bebé se engendra en un instante, la punta de la vida actuaba en segundos. No es así con la muerte, que tarda años en verse realizada, por eso, la punta negra tardaba mucho tiempo en arrebatar una vida.


Para solventar la letalidad del mineral, fabricó una tela que le serviría a modo de empuñadura, estaba compuesta, por finos hilos vegetales, extraídos de las ramas del árbol de cristal. Fue tejida en forma de un largo y fino echarpe, y, al principio, era completamente translúcido, pero, al colocarlo sobre la lanza, tomo para sí los colores blanco y negro, el blanco para la punta negra, y el negro para la punta blanca.


El primer ser que creó con esta arma no fue un animal, fue un humano, su marido. Lo originó a partir de sus recuerdos. Con la punta negra se tocó la cabeza y se atravesó el corazón, y luego dibujó en el aire la silueta de su amado. Al terminar, el hombre al que amaba, apareció ante sus ojos.


El hombre miró a la dama, sorprendido y algo molesto. Él le explicó, que la causa de su actitud era que lo había traído de entre los muertos, que estaba descansando en paz en el hermoso Edén, cuando de repente se vio transportado a su antiguo cuerpo. La dama se entristeció, pues no había pensado que a su marido le molestaría dejar la paz de los cielos, pero, pronto se acabó su tristeza. El hombre, al verla tan triste, cambió su expresión apresuradamente, y le dijo que, aunque estaba muy cómodo ahí arriba, prefería estar con ella, y así abrazar a la muerte los dos juntos.


Después de eso, la mujer volvió a sonreír y se abalanzó a abrazar a su marido. Durante los próximos años, ambos fueron muy felices; juntos reconstruyeron el mundo, creando un sinfín de criaturas de ensueño. Algunas fueron recuerdos del antiguo mundo, pero, la mayoría eran nuevas, extrañas, y cada cual con extraordinarias habilidades.


Juntos otra vez, los dos amantes contemplaban gozosos toda la creación, ellos fueron los padres del nuevo mundo, del nuevo ciclo. Gracias a sus esfuerzos, la humanidad creció de nuevo en un exuberante planeta lleno de vida. Pocos los recuerdan, muchos los olvidan, y, todos los nacidos de esta pareja ignoran que lo que sucedió, volverá a suceder.


Todos, menos Pavok y Raclul(*).



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Raclul Replu: 1ª derivación: (Marcus Lehto)


- Seguramente este sea el nombre del hombre más influyente de toda la historia. En su pasado, solo era llamado como Raclu, pero posteriormente se cambió el nombre y ahora todos lo conocen como Raclul Replu. La vida de este sujeto está llena de secretos y misterios, así como también la de la mujer que siempre le acompaña. Siempre porta una lanza de dos puntas como arma principal, y aún no se conoce de nadie que haya podido vencerlo en un combate. Raclul Replu tiene en sus manos un poder inmenso que raras veces muestra. Es peligroso, muy peligroso. No puedes fiarte de alguien, cuyas verdaderas intenciones, desconoces.

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“Que tus actos sean causa, no causados”
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