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Escarceos

Página 1

5/8/2024

Viajamos a Italia, en realidad sería Grecia, pero todo el mundo habla italiano. Se trataba de un hombre vestido de largas galas, era un mago enmascarado, uno que había perdió algo importante hace tiempo. Por eso, por eso que había perdido, era por lo que quería venganza.

El mago derribó un tren con una diminuta esfera, fue encarcelado por ello, pero escapó durante una noche en Nápoles. Y con una boca de rosa continúa viajando por las plazas grandes. El oficial que lo persigue no sabe que pronto serán amigos. Todo acaba bien, no hay que preocuparse. Quiero decir... ¿Quién sabe? Igual continúo con esta corriente moderna en la que toda película con un final trágico se considera "profunda" y "sustancial".

Por otro lado, en otra parte del mundo, un joven pasaba sus largos días en un autobús que recorría grandes distancias. Era sospechoso, pero los temas de Felipe el Colines habrían quedado muy bien en ese autobús. El joven era todo un prodigio en cuanto a memoria y capacidad cerebral, pero a él no le gustaba ese talento. Esta maldición le causo muchos problemas en el pasado, por eso ahora se ha condenado al exilio.

Viaja y conoce todas las historias de las personas del bus, pero nadie le conoce a él. Solamente el conductor del autobús sabe quién es, y en lugar de aprovecharse, le ayuda a lidiar con su problema y estado. Pero, un día, una joven conoció al joven. Joven y joven se enamoraron, y contemplaban juntos las vistas por las ventanas del bus.

Todo se torció cuando volvieron los demonios del pasado, cuando alguien descubrió la verdadera identidad del joven, y se le forzó a retomar su antigua vida. La relación entre los enamorados se volvió más distante, el joven no pudo evitar culpar a su nuevo amor, y ella sufrió mucho por eso. Pero bajo todo el manto de amargura se encontraba Phil, por eso no había de que preocuparse; su calma mágica hizo poesía la tristeza y la transformó en esperanza.

Otro más, otra historia. Una de un villano que combate contra un grupo naciente de empresarios. El villano era tan perverso que ya no era malvado, era tan cruel que ahora solo podía permanecer pacífico. Su historia era lo más trágico que jamás escuché, pero no murió después de la caída, y ahora intenta hacer ver al mundo toda la verdad. Es esta verdad la que nubla su juicio, pues ha olvidado que podría estar equivocándose, y en todo momento intenta que el mundo deje de ser libre. La razón no es la misma que la de otro gran villano posterior. No pretende restringir la libertad humana por el mismo motivo que el del hermano del que porta la lanza de dos puntas. El motivo de prohibir la libertad es que hace daño.

Si todos fueran como animales, si todos no pudieran escoger nada en sus vidas, entonces no habría sufrimiento. La posibilidad de una vida mejor genera expectativas, y las expectativas no cumplidas son el origen de todos los males. El villano pensó, que, si todos perdían su libertad, nadie más volvería a cometer un pecado como el que él cometió.

4/8/2024

Sabrás que la época de la música ha terminado cuando veas llegar al hombre de la gorra naranja, cuando contemples su descuidada barba y lo mires a los ojos. En ese momento nadie podrá salvarte, el estómago se te retorcerá para que sufras gran dolor, y rezarás para que algún dios se apiade de tu espíritu. La música no era tu favorita, pero apreciabas la melodía. Según tu percepción del mundo, ese castigo no debió ser para ti, pero tú lo has recibido. 
El hombre de la gorra naranja desaparecerá ante ti, y ya no volverás a oír nada. Se habrá marchado para comentarle tu destino a la dama del vestido azul y guantes blancos. A esa diosa le rezabas, a la diosa de la servidumbre y la esclavitud. Era una mala diosa, no elegiste bien, pues solo te dio placer, y no poder para manejarlo. Y cuando pensaste que la música no regresaría jamás a sonar por tu mente, descubriste lo que era la imaginación. Te cobijaste en mundos ilusorios controlados por ti, pensaste que eso estaba bien. Te convenciste de que, como poseías la sabiduría de la eterna duda categórica, podías permitirte pensar que aquellos mundos eran reales. Estabas equivocado, negaste tu realidad primera para vivir más cómodamente, por eso vives y vivirás sin conocer el verdadero sentido de que nadie te haya matado todavía. Pero, ahora que vives de este modo, se te ha presentado otra posibilidad. 
Puedes vivir otra vida, una vida llevando una gorra naranja y una barba descuidada. Si aceptas, vivirás apagando la música de las vidas de otros. La música no es real, es como un sueño del que uno no quiere despertar, por eso te creerás digno de hacer que otros se queden sordos. Por tu falta de comprensión, cuando aceptes portar la gorra naranja, serás uno de los mensajeros de la duda categórica, y causarás dolor pensando que obras bien.
Tras esto, después de perder todo tu cabello por llevar la gorra naranja durante tanto tiempo, concluirás tu existencia como todos los que llevan tu indumentaria distintiva. Serás llamado por un abismo que no devuelve la mirada, por un abismo real, uno del que nada puede escaparse. Habrás muerto sin perder la vida, te convertirás en un autómata controlado por el mundo y sus circunstancias. Perderás tu humanidad para formar parte del reino animal, para unirte a aquellos que dejan a un lado su cualidad más importante. 
Habiendo destruido la visión de muchos, creándote en ti mismo una falsa noción de justicia, conocerás la falta de libertad. Te fallará tu potencia, tu voluntad. La capacidad para cambiar el futuro te será negada, y contemplarás como todo sucede tal cual lo predices. Conocerás el futuro ya determinado, y esto te hará pensar que no tienes poder para cambiarlo. Quedarás condenada por tu propia sabiduría. 
Por supuesto, esto no será más que un engaño de tu soberbia. La realidad es que piensas que poseer conocimiento sobre la duda categórica te da derecho a destrozar las vidas de quienes te rodean. Debes dejar que todos sean felices, aunque sea en un mundo de mentira, siempre debes tragarte la sabiduría y conocimiento para no hacer daño a los demás.

3/8/2024

Ojos verdes que no brillaban, que eran como un misterio entre las gentes de oriente. Eran como un deseo que me cautiva de forma sumisa. Pertenecían a una joven princesa de piel morena, una princesa solitaria y carcomida por el miedo. 
Ruedas de un carro de madera donde se posa la princesa, donde es llevada y transportada por las decisiones de su sangre. Su sangre, sus paternidades, que la obligan a viajar a lo largo y ancho de sus futuras tierras para encontrar un hombre con el que desposarse. 
Los ojos eran tristes, muy preocupados, como si pensasen que nuca iban a ser capaces de contemplar el verdadero amor. Ojalá los hubiera podido consolar, me dio pena pasar a su lado y no hacer nada; sus ojos merecían más que mi simple indiferencia. 
Esa joven muchacha estuvo condenada a vagar por el mundo buscando un marido, un hombre que se viera obligado a amarla forzosamente. Así debía ser, y así quería que fuera ella, pues, si no podía amar a quien gustase, al menos amaría a alguien que la comprendiera de igual manera. De este modo, un hombre y una mujer que no se amaban; que se casaron únicamente por convenio, comenzaban sus largos intentos por gustarse el uno al otro. 
Primero fue la mujer, que cada noche danzaba y cantaba para su nuevo marido. Le siguió su hombre, que se batió en duelo con todo aquel que dijera ser merecedor del amor de su esposa. La mujer le mostró su agradecimiento dando a luz a 7 hijos, el marido le devolvió el favor pagando la crianza y los enseres para la educación de los 7 niños. Con el tiempo, el verde de los ojos de aquella mujer fue haciéndose más y más intenso, hasta que las gentes confundían su mirada con la de un felino a la luz de la luna. El marido comenzó a perder la voluntad, y acabó distanciándose de su propia familia. La culpa era de los ojos verdes de su esposa, que lo perseguían por la noche como peces hambrientos por un pedazo de pan mojado.
Finalmente, el hombre se marchó, y los 7 hijos enloquecieron por la continua e inusual mirada espectral de su madre. La mujer de los ojos verdes lloró por su maldición, y juró que un día encontraría al responsable de tal injusta situación. El responsable fue ajusticiado, pero no del modo que ella creía. La mujer fue decapitada en público, y, el pueblo que la adulaba, ahora la denunciaba por causar pesadillas en las mentes de todos. Pues, fue culpa de ella el verde de sus ojos, culpa de ella sus males y perjuicios, y culpa de ella las consecuencias; ya que fue ella quien pidió este deseo de pequeña. Quería tener ojos hermosos y especiales para poder embelesar a cualquiera, pero no conocía el alto precio a pagar. 
Así fue como la mujer fue castigada por sus malos deseos, incluso por aquellos que tuvo cuando era solo una cría. Pues, si no se castiga a los niños cuando niños, que esperaremos de sus actos cuando adultos.

2/8/2024

Tres retazos de tela en mi puerta, un mal de oído que me atormenta desde joven, conjeturas de un hombrecillo en mi espalda, y, finalmente, una cabellera enredada con sabor a la sal del océano cuyas costas besan mi hogar. Todo esto se arremolina en mi cabeza cuando mis pensamientos se posan sobre ella.
Ella, la que nunca duerme y siempre parece acompañarme. Ella, que me persigue en mis sueños y se muestra como un fantasma aun cuando soy consciente de su existencia inverosímil. Ella, que no era la más hermosa, pero era la que más se parecía a mí.
Recuerdo estar en remojo en casa de unos familiares, recuerdo hablar del pasado y como este se tornó en mi contra. Tras una agradable charla, lo único que permanece es un sentimiento de pesar. Es el pesar acarreado por mi arrepentimiento. He tenido que aceptar este arrepentimiento, que convencerme de que era necesario para formarme tal cual soy ahora. En el fondo siento que podría haberlo tenido todo, que merecía más; pero, la fortuna y la soledad me jugaron una mala pasada.
Los retazos de tela son tres, uno por cada muerte que he sentido y nunca ha llegado a suceder. El odio que me atormenta desde joven es mi necesidad por estar en el punto de mira de todos. Las conjeturas en la parte baja de mi espalda son similares al tormento de mi oído derecho, son mis remordimientos; no por las cosas que hice mal, sino por las que sé qué deseo hacer. Y los pelos enredados y salados son lo único que puede consolarme hoy. Estos cabellos son lo único que me queda tras haberme desprendido de todo, son una falsa promesa a mí mismo. Por estos, espero algún día encontrarla a ella de nuevo; sé que no sucederá jamás, pero lo necesito para no darme de cuenta de lo mala y cruel que es mi vida.

1/8/2024

Una pirámide de plástico y puntas de platino, se alzaba junto a una gran caja hueca de madera. En la caja había un agujero rodeado de flores otoñales. Un hombre anciano sonreía mientras mostraba con orgullo la grandeza de la pirámide de plástico, pero no se daba cuenta de que todo el mundo se acercaba para escuchar la música que salía de la caja de madera. La gente se quedaba maravillada con las melodías de la caja, todos grababan el sonido, pero nadie conseguía captar y guardar con precisión la belleza de aquellas notas.
El hombre de la pirámide se percató de esto e intentó imitar lo que provocaba la caja. Convenció a los propietarios de la pirámide para que le dejasen agujerearla y así conseguir que el viento produjera canciones al pasar por la estructura. Dudaron durante un buen tiempo, pues era una propuesta arriesgada. La pirámide generaba ingresos, no tantos como la caja de madera, pero suficientes para mantener contentos a los inversores. Al final decidieron arriesgarse. Si lo que el hombre anciano había propuesto no funcionaba, todos perderían su empleo y ahorros.
El hombre anciano estudió y deliberó durante mucho tiempo para estar seguro de no equivocarse. Cuando ya lo tuvo todo claro y bien pensado, contrató a una de las mejores perforadoras del país. Esta mujer, era experta haciendo agujeros en todo tipo de materias, y su trabajo sería el de realizar las más excelsas perforaciones en los lugares que el anciano le marcase sobre la pirámide.
Terminado el proceso de innovación sobre la gran pirámide de plástico, esta se expuso de nuevo al público. Lo que sucedió a continuación fue fatal para todos. La pirámide sonaba con una majestuosa melodía bien construida, pero no era compatible con los sonidos que producía la caja de madera. Ambos tonos se combinaban y bribaban en una única frecuencia incómoda que molestaba los delicados tímpanos de todos los oyentes. Al final, los oyentes se cansaron de aquel horrendo sonido, y se marcharon para nunca volver.
El anciano perdió su trabajo y vendió su casa para poder pagar las deudas que había contraído en el proceso de modificación de la pirámide. Los propietarios de la pirámide vendieron su propiedad por minucias. Y los inversores retiraron rápidamente el capital para no perder más dinero.
Fue por culpa de aquella maldita y condenada sonrisa, si sus dientes no fueran tan falsos, y sus ojos no tuvieran una azul tan poco vívido, el anciano quizá no habría hecho lo que hizo al mirarse en un espejo.
Tanto la pirámide como la caja de madera fueron compradas por la perforadora profesional, ese era su objetivo final, el de poder estudiar con detenimiento y sin público ambas gloriosas estructuras.
Pero el anciano tendría que haberse quedado con la boca cerrada.

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“Que tus actos sean causa, no causados”
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